La edición que nos trae Norma editorial vuelve a ser en formato rústica con sobrecubierta y el ya habitual tamaño de 11,5 x 17,5cm. En su interior encontramos 193 páginas en blanco y negro más las 2 reglamentarias a color donde en esta ocasión los protagonistas son el trio antes mencionado, Yato, Bishamonten y Kazuma, aunque hablaremos de ello más adelante.
Su precio como siempre es de 8 euros.
El manga de Noragami (ノ ラ ガ ミ) comenzó a serializarse en la revista Monthly Shonen de Kodansha en enero de 2011 y por ahora cuenta con 56 capítulos y 17 volúmenes en formato tankōbon.
En esta ocasión el volumen continua justo donde lo dejó el anterior. Parece que
Hiyori, Yato y Yukine van uniéndose cada vez más, mientras que Bishamonten y su familia se va desmoronando sin poder evitarlo, siendo esto aún más notable cuando uno de los shinkis de la diosa muere, Suzuha, el amigo que recientemente había hecho el pobre Yukine.
Como no este mal ambiente viene dado por el mismo doctor Kugaha, quien en secreto va maquinando la caída y el resurgimiento de la diosa, pinchando a sus shinkis, sobretodo a la joven Aiha, quien aunque es muy fiel a su ama, no consigue encontrar el camino adecuado.
Lamentablemente el único que sabe que algo extraño está sucediendo es Yato, quien se lo calla y lo mantiene en secreto, uno que se verá expuesto de la forma más dramática posible cuando su propia regalía, Yukine, intente ir a visitar a su amigo Suzuha y encuentre a Kazuma en su lugar. Será el quien le explique que la joven amistad que había formado con el otro muchacho se ha visto truncada por la repentina muerte de este.
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Pero la desgracia no caerá solo sobre el pobre muchacho muerto, sino que además golpeará a Yukine y Kazuma al verse expuestos delante de la misma Bishamonten. La rabia y pena del joven shinki explotará delante de la diosa guerrera, acusándola de no haber sido capaz de salvar a su amigo, de no ser una buena ama y de simplemente dejarle morir.
Obviamente ante tales acusaciones venidas del shinki de su más odiado enemigo, Bishamonten verá nublada su mente por la rabia y pese a encontrarse en terreno sagrado, atacará a Yukine, quien, por suerte, no sufrirá ninguna herida gracias a Kazuma.
Este, de forma inconsciente, trazará una barrera para proteger al muchacho de la diosa, creando así una nueva razón para que Bisha dude de él, acusándole de verdades como puños, siendo por ejemplo el hecho de que ayudara a Yato con el Misogi que salvó a Yukine de ser consumido. Pero por mucho que intenta razonar Kazuma con su diosa, no lo consigue y esta, sintiéndose ultrajada, decidirá expulsarle de su familia.
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Obviamente esto generará malestar en ambas familias, Yukine tendrá una depresión de caballo y eso afectará muchísimo a Yato, cuyos reflejos bajarán. Mientras que en la familia de Bishamonten sus shinkis se sentirán perdidos sin un guía que les ayude, como no, Kugaha se ofrecerá a ayudar a Bisha tanto como pueda, pero las cosas se irán desmoronando poco a poco, justo como el planeaba. Además, aprovechando la situación, Aiha, bajo las órdenes del curandero, decidirá atacar a Yato y arrebatarle una de sus posesiones más preciadas, el alma de Hiyori, y en el proceso llevarse también a Kazuma y encerrarlos a ambos lejos de todos.
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Esta estratagema alertará a Yato, quien sabiendo que Aiha es uno de los shinkis de la diosa, creerá erróneamente que quien está detrás de todo es ella y correrá a buscar en su morada a Hiyori, desencadenando así el inicio de una guerra entre ambos.
Mientras tanto, Hiyori y Kazuma, al verse encerrados y con un destino poco halagüeño por delante, sobre todo para Hiyori, decidirán profundizar en las raíces de esta guerra que se inició hace mucho, cuando Yato todavía era un dios menor, uno de la destrucción, quien acompañado de Nora se vendía al mayor postor como supuesto mercenario. Lástima que uno de los que pidieran sus servicios bajo suplicas y llanto fuera el mismo Kazuma al ver como el clan formado junto a Bishamonten, el clan Ma, hería a su ama hasta la extenuación.
Kazuma sabía que la única forma de salvar realmente a Bisha era destruir toda esa familia que habían creado, destruirla hasta las cenizas y que solo ellos dos quedaran en pie. Siendo Yato quien empuñara la espada que los destruiría a todos y salvaría a Bisha, aun cuando ella misma no fuera consciente.
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Critica:
Si bien en el anterior tomo se hablaba de un distanciamiento entre Yato y Hiyori, en esta ocasión es más bien todo lo contrario, ya que su acercamiento se vuelve aún mayor al contar con un enemigo común. Es cierto que realmente Bishamonte no tiene la culpa, o al menos no de primera mano, de los sucesos que está encontrándose a su alrededor, pero sí que es cierto que son sus shinkis los que están acercando a la familia formada por Yato, ya sea por la amistad que crece entre Yato y Kazuma, como la que creció entre Suzuha y Yukine. Y no podemos olvidar que es ella quien según Yato y Yukine tiene encerrada a Hiyori, por lo que ambos muchachos no dudarán en ir a enfrentarse ante una de las grandes diosas para salvar a su querida amiga.
Pero no podemos olvidarnos de algo importante, realmente Yukine y Yato están marchándose a buscar a Hiyori porque aparentemente está captiva, pero la única forma que han tenido de llegar es por la benevolencia del dios Tenjin, quien, aunque les abre el camino hacia su destino, realmente impone como condición que se distancien luego de la chica, ya que si no esto afectará a su humanidad.
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En el extremo opuesto sin embargo encontramos a la familia de Bishamonte, que parece poco a poco se va desmoronando más y más al crecer miedo y tensiones entre sus familiares. Como todos aquellos que nos estamos leyendo este manga, bien sabemos que realmente el causante de este malestar es el curandero Kugaha, quien ha inyectado la semilla de la desconfianza y ha conseguido que la diosa se haya vuelto más débil día a día, sin embargo, ¿realmente todo es culpa de este personaje?
Una familia tan grande como la de esta diosa guerrera se ve acosada constantemente por posibles malestares, ya que como bien sabemos el estado de un shinki repercute en su amo, así pues estos están “obligados” a ser siempre felices por el bien de su ama.
Esta idea, aunque muy bonita e idílica, realmente es poco practica ya que, aunque estos sean espíritus, como todo el mundo tienen mejores y peores días y si no lo pueden demostrar, el malestar va quedándose dentro y eso solo hará que empeorar la situación suya y la de su ama.
Además, claro está el problema de sentirse inútiles si no son llamados durante un espacio de tiempo muy prolongado. A fin de cuentas, eran almas que han traído de vuelta a la vida para satisfacer los deseos de la diosa, si no tienen un uso bien pueden corromperse.
Y como no, no podemos olvidarnos de uno de los hechos mas importantes que han tenido luigar en este número. Finalmente se han revelado las verdaderas razones que se esconden detrás del odio de Bishamonten hacia Yato. Una historia truculenta y triste en la que el pobre Yukine se ha visto envuelto de rebote.
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Casi podríamos decir que Kazuma también está atrapado en medio de este bando enfrentado, pero dado que él fue la razón de que todo sucediera en un principio, es tan causante de ello como lo pueden ser los dos dioses.
La verdad es que me ha resultado un giro argumental muy interesante y resulta una razón de peso, de las de verdad, para el odio que siente Bisha hacia nuestro protagonista.
Gracias a esta revelación podemos entender mejor por qué en un inicio Kofuku hablaba de Yato como un dios de la calamidad y la razón de que realmente al final Kazuma acudiera al misogi de Yato, él ya había pasado por eso, había perdido a su familia por culpa de la corrupción en los shinkis y no quería ver como ese hombre, a quien le debía tanto, le ocurría lo mismo.
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Arte:
En cuanto al arte del manga no podemos dejar de apreciar lo bien realizado que está, así como la cantidad de detalles con los que cuenta ya sea en fondos como en el vestuario de los personajes. Personalmente me ha encantado ver a Bishamonten vistiendo un yukata tradicional, así como la siempre perturbadora imagen de Yato con el suyo y la espada en la mano.
Mencionar como siempre la imagen a color que encontramos nada más abrir el volumen, con el trio formado por Bishamonten, Kazuma y Yato, en esos días tan lóbregos en los que se le dio el nombre de dios de la calamidad a Yato.
Además, me parece muy interesante el mencionar que finalmente ha tenido lugar una batalla importante, y que la verdad, a este dúo de artistas se les da muy bien, quedando una serie de viñetas dinámicas, interesantes y muy resultonas. Se agradece que no se noten confusas y que todo tenga un ritmo fluido.
Conclusión:
La verdad, es que este tomo número 5 de Noragami deja con ganas de leer un sexto, no solo por el cliffhanger que hay en las últimas páginas, si no porque el desarrollo que está teniendo esta historia es cada vez mas interesante. Las autoras han logrado un manga realmente bueno, bien dibujado y con una historia trepidante. Que ganas de leer siguiente número!