Hoy en día que la tecnología nos apremia a que mejoremos, que exploremos y que conquistemos todo aquello que está a nuestro alcance, nos vemos limitados por la superficie que pisan nuestros pies, o eso pensamos porque la conquista espacial está más cerca de lo pensado, o al menos lo está para los personajes del volumen que hoy tenemos en nuestras manos.
Se trata de la segunda parte de El castillo de las Estrellas: Vol.II – 1869: La conquista del espacio, que nos trae Norma Editorial
Su situación, sin embargo, dista un poco de la nuestra, ya que, a final del siglo XIX, momento en el que se desarrolla nuestra historia, los científicos pensaban que el espacio estaba compuesto de éter, una sustancia que se podía utilizar como fuente de energía pero que era demasiado inalcanzable para la humanidad.
Por suerte, nuestros protagonistas en este segundo y último volumen nos demostrarán que no hay nada que la humanidad no pueda alcanzar si se empeña lo suficiente
En 1997, Eidos Interactive confió la adaptación del famoso videojuego Tomb Raider en versión cómic para el mercado francés bajo el título Tomb Raider: Eones Oscuros, sin embargo, el álbum fue retirado inmediatamente de la venta por causas jurídicas y actualmente es un objeto de coleccionista.
Otras obras conocidas de este autor son Siegfried, basado en el Anillo del Nibelungo de Richard Wagne, Las valquirias o la adaptación de El crepúsculo de los Dioses
Como sucedió con el anterior tomo en la portada encontramos a los personajes protagonistas, pero en esta ocasión en lugar de tener la tierra de fondo, encontramos la Luna, el gran objetivo a alcanzar
En su interior encontramos 68 páginas a color sin extras en esta ocasión, pero con una increíble historia que encantará a los más aventureros.
SinopsisComo ya pudimos ver en el primer número, El castillo de las estrellas es una gran aventura que cuenta con el objetivo principal de lograr la conquista espacial en busca de una sustancia llamada éter, un supuesto recurso invisible y gaseoso que además solo se puede conseguir a grandes alturas y que sería una fuente inagotable de energía.
Contextualmente nos encontramos en el reino de Babiera en 1869, la conquista del espacio está siendo financiada por el mismo Luis II y su castillo Neuschwanstein, quien viviendo aislado y lejos de la realeza empieza a tener ensoñaciones sobre la búsqueda de las estrellas y todo aquello que se encuentra más allá de donde alcanza la vista. Sin embargo no todos están de acuerdo con esta búsqueda y los secretos que esto implica, así, tratando de ampliar su influencia para permitir el nacimiento del estado alemán, Bismarck se interesa por la investigación y envía a un espía que se coloca como Chamberlain del rey para tener vigilada la investigación.
Así el primer de los libros nos contó la aventura de como Seraphin un joven adolescente y su padre, ingeniero, fueron en busca del libro que dejó tras de sí la madre del muchacho, quien lamentablemente murió durante una ascensión en globo en la que creyó haber revelado los misterios de éter. El actual dueño de dicho libro resultó ser nada más y nada menos que el mismo Luis II, quien les citó para que acudieran a Prusia y juntos construyeran la nave que realmente les llevaría hasta el éter y así hasta el espacio.
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Lo que no sabían nuestros protagonistas es que su primera salida espacial sería tan movida, ya que el mismo Chamberlain les sabotearía la nave y en mitad del despegue se encontraran sin apenas provisiones, con varios niños, un perro y el mismo rey en la cabina.
Pero eso no les detendrá. Seraphin y su padre seguirán en busca del éter, subiendo cada vez más alto y atravesando las barreras más sorprendentes para lograr llegar hasta su nuevo destino, la Luna.
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Con la superficie del planeta habitable, o al menos durante un corto periodo de tiempo, Seraphin y sus amigos podrán arreglar los desperfectos que encuentren en su eternave, conseguir suministros de dicha sustancia y encontrar los grandes secretos dentro de las mismas cuevas lunares.
Allí el rey se verá atraído por ese castillo mágico de las estrellas y decidirá explorar el espacio a su propia cuenta y riesgo, dejando que el resto de los tripulantes vuelvan a la tierra y sigan con sus vidas.
O algo similar ya que la vuelta a la tierra será signo inequívoco de que la conquista espacial ha tenido éxito y decididos a que esta no se vuelva un arma en la guerra revelaran el secreto del éter a todos los países. Una nueva era se levantará así, la de la conquista, la carrera espacial que está a punto de comenzar.
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Crítica:
En este segundo número pasa a notarse muchísimo más las influencias de las que bebe Alex Alice, las cuales son 3 y bien diferenciadas.
Por un lado, encontramos varios detalles que nos hacen recordar el arte del maestro Hayao Miyazaki, ya sea en la caracterización de los personajes, sus motivaciones o su final pacifista que tanto recuerda a obras de este director japonés como Nausicaa o El Castillo en el Cielo. En ambos casos cuentan con una historia tierna, de superación, de búsqueda de uno mismo y a la vez de ayuda para lograr salvar la tierra de la guerra o los desastres.
Otra influencia con la que cuenta, aunque sea menos obvia que esta primera es la de Katsuhiro Otomo, creador de obras como la mítica Akira o Steamboy. Ambas, al igual que le sucede a El castillo de las estrellas, cuentan una historia fantástica, con toques steampunk ya sean más oscuros o más futuristas como en este volumen. Pero siempre buscando el desarrollo de la humanidad gracias a las máquinas y a lo que estas nos pueden proporcionar.
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Y como no, no podemos olvidarnos del gran Julio Verne y lo mucho que debe haber influenciado a este autor, ya que es a través de estas bases de cientificismo y del positivismo del siglo XIX, donde la aventura se avecina con una espectacular invención. En la novela fue el viaje en globo, o en submarino, en este caso el invento revolucionario es el éter y con él los protagonistas podrán explorar más allá de donde se creía posible.
Personalmente considero que además esta obra cuenta también con mucha influencia manga, no tanto por el dibujo si no por la colocación de las viñetas, las cuales casi parecen obras de arte, como con el ritmo virtuoso con el que cuenta la historia. Alejándose de las clásicas historias, Alex Alice le da un giro de tuerca a este cómic incluyendo realidad y ficción para entrelazarse en una trama de lo más interesante donde no sabremos en que parte es ficción y cual es realidad.
Arte:
Pero no lo neguemos, el punto fuerte de este volumen y la razón de que en la mayoría de los casos caiga en nuestras manos, es ese estupendo dibujo con el que cuenta y que llama la atención nada más abrir una página.
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Es en el arte del volumen en el que Alex Alice da rienda suelta a todas sus influencias demostrando que todas ellas se pueden mezclar consiguiendo un resultado impresionante.
Con toques más japoneses, aires evocadores y engranajes por todos lados, consigue mostrarnos un paisaje de ensueño ya sea en la tierra, la luna o en el espacio.
En esta ocasión y dado que el ambiente lo permite, ha decidido recrearse especialmente en la paleta de colores azulada para el espacio, consiguiendo que, aunque haya grandes bloques de color con aspecto de acuarelas, todo quede realmente nítido y se entienda sin dificultades los lugares en los que se encuentran
Mención especial en este caso no tanto a las estructuras mapeadas de las naves, si no a los rostros, ahora dibujados ahora desdibujados de sus personajes, quienes consiguen transmitir perfectamente todos sus sentimientos en una única viñeta sin apenas texto.
Desde luego Alex Alice ha conseguido un tremendo trabajo, siendo elegante, detallado y sublime.
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En conclusión, estamos ante el final de una historia preciosa con los caballeros del éter como protagonistas en esta conquista espacial. Lo bueno es que como los propios personajes nos cuentan al final del volumen, aun queda mucho trayecto por delante y su pr´ñoxima mision no está lejos.
O eso esperamos, porque un cómic como este, tan bien realizado, narrado y emocionante, solo podría ser mejor si continuara una vez mas.