Mucho se ha dicho sobre los
Cicatrices Blancas (aka
White Scars) pero realmente muy poco se sabe; esta es una realidad para todos los seguidores del vasto universo de
Warhammer 40.000, una realidad que a lo largo de esta novela comienza a quebrarse al fin, desvelándonos un trasfondo de lo más suculento de la más exótica de las
Legiones Astartes.
El encargado de este noble cometido es
Chris Wraight, quién nos brinda una novela sobre esta legión que, lejos de caer en el tópico de otras entregas en las que la Legión protagonista parecía eclipsar a todas las demás, logra combinar esta primera toma de contacto con los
Scars con un relato enriquecedor de
la Herejía dónde aparecen personajes de otras muchas legiones a lo largo de toda una serie de tramas que poco a poco van convergiendo hasta el desenlace de este volumen.
Con el cometido de analizar brevemente cada uno de estos aspectos, avanzaremos por los puntos más importantes tratados en esta novela, evaluando la importancia de lo aportado. Y desde luego, no es poco. Vamos a ello.
Comenzaremos por supuesto, con los propios
White Scars. Como muchas otras antes, esta historia nos relata sobre una Legión que recién descubre los sucesos acontecidos en el sistema
Istvaan, pero en el caso de los
Scars es aun una situación más peliaguda debido a lo poco cercana que ha estado al resto de legiones desde el inicio de la cruzada.
Desde su reencuentro con su primarca
Jaghatai Khan, la legión se ha visto muy influenciada por la cultura de su planeta natal
Chogoris; una cultura tribal que sin embargo valora con mucho el honor y el arte. No obstante, la dificultad de los reclutas de Chogoris de dominar el idioma Gótico Imperial así como su predilección por estrategias basadas en la velocidad y la caza los ha mantenido siempre fuera del foco Imperial, convirtiéndose en una legión que no suele mantener contacto con el resto de imperiales o astartes y, por consiguiente, manteniéndose desconocida hasta el punto en que parece que nadie les recuerda.
Este desconocimiento los ha marcado frente a los ojos ajenos en el mismo saco que los
Lobos de Russ, manteniendo en la cruzada luchas que, si bien son necesarias, no recaudan la fama de los hijos más predilectos del Emperador. Pero esta situación les favorece: Los Scars siempre prefieren que los demás no conozcan sus fortalezas y debilidades, y por ello permanecen en esta situación ajena al resto de sus primos.
Por ello, prácticamente la totalidad de los Scars son enviados tras
Ullanor y el nombramiento del
Señor de la Guerra a la campaña del sistema
Chondax; una batalla sucia y lenta contra los pieles verdes que los mantienen durante décadas lejos del resto de la cruzada. Ajenos a todo lo sucedido, terminan viéndose envueltos en las tormentas de disformidad ocasionadas tras
Istvaan, quedando completamente aislados e ignorantes de todo lo ocurrido durante la traición de Horus y la caída de
Próspero bajo los lobos.
Aislados, la legión de los
White Scars intenta descubrir que sucede en el Imperio preocupados por la oscuridad en la comunicación, hasta que de repente comienzan a llegar informes confusos. Algunos afirman que Horus ha traicionado al Imperio, mientras que otros comunican que ha sido
Leman Russ quién ha iniciado una rebelión masacrando a los
Thousand Sons.
En esta situación tan confusa para la legión conocemos al misterioso primarca
Jaghatai Khan, un ser silencioso, riguroso y paciente para quién
Horus siempre fue su hermano más cercano y quién, junto a
Sanguinius y
Magnus dió pie al
Librarius en su momento, apoyando a los videntes de su pueblo quienes, como los sacerdotes rúnicos de Russ, siempre fueron miembros respetados y parte de su cultura y las fuerzas de la legión. El enjuto hijo del Emperador deberá en una situación totalmente absurda decidir en quién quiere depositar sus lealtades, pero a diferencia de sus otros hermanos, la lógica de
Jaghatai Khan va mucho más allá de decisiones apresuradas, siguiendo un patrón de conducta que a la mayoría les parecería ilógico y caótico.
Jaghatai Khan nos dejará a lo largo de la novela sorprendidos con sus decisiones, las cuales suelen tomarse fuera de lo obvio y lo que todo el mundo esperaría. Con una actitud muy similar a la de un samurai noble que basa sus decisiones en el Bushido, el Khan maneja una estrategia complicada en medio de un fuego cruzado que parece importarle más bien poco.
A
Jaghatai Khan le conocemos principalmente desde los ojos de
Ilya Ravallion, una terrana que fue adjudicada a su expedición para poner algo de orden en la conducta errática de los
Scars (con éxcito parcial), y gracias a la cual descubrimos que, a diferencia de los Lobos Espaciales, los Cicatrices Blancas aceptan todas las críticas de manera constructiva, intentando aprender de sus errores para mejorar de manera continuada. Una humildad que, hasta la fecha, no habíamos visto en ninguna Legion Astartes.
En la misma flota de los Scars conocemos a dos legionarios que ahora ostentan el rango de Khan y que dan de hecho, inicio al libro con su reclutamiento para la legión y su conversión en Astartes. El primero es el que luego recibirá el nombre de
Shiban, un chogoriano noble con gran respeto por los suyos y por la Legión que sigue una carrera bastante estándar de White Scar y se convierte en mayor parte en el protagonista del libro.
En segundo lugar tenemos a
Torghun, un terrano a quién inicialmente comenzaron a formar para ser un Luna Wolves, pero que por un problema de reclutamiento termino uniéndose a la
V Legión y recibiendo la semilla genética de los Scars. A causa de ello, nos encontramos con un personaje con un enorme conflicto interior, quién nos conducirá a descubrir los lados más oscuros de la legión del Khan.
El último personaje destacable y uno de nuestros favoritos es
Targutai Yesugei, vidente de las tormentas que, debido al requerimiento de la Legión en la cruzada de
Chondax, fue enviado como representante al concilio de
Nikaea por el propio Khan, al ser su segundo. Afectado por dicha decisión debido a sus dones,
Yesugei permanece retirado en Chogoris también ajeno a todo lo sucedido con el Señor de la Guerra, a la espera de recibir noticias de su aislado primarca, hasta que impedido por unas terribles visiones de su caída, decide partir en su ayuda.
En su camino, veremos como termina cruzando su destino con una nave de supervivientes de las legiones masacradas, encabezados por el Salamander
Xa'Ven y el Iron Hands
Henricos, gracias a los cuales conocerá lo que está sucediendo en la galaxia. La química del trío es una de las cosas que mejor funcionan en este libro, por un parte con un paciente
Yesugei ignorando unilateralmente el edicto de Nikaea,
Henricos como un rígido y agrio Iron Hand clásico y
Xa'Ven mediando como buenamente puede entre ellos dos.
Con esto, ya tenemos dos viajes estelares que conducirán el libro; el de la mayoría de los White Scars con
Jaghatai Khan, Shiban y Toghun y el de los supervivientes con
Yesugei, Xa'Ven y Henricos. Pero aun nos queda una trama principal que le da un aspecto totalmente diferente a esta novela:
Los Space Wolves.
Los
Vlka Fenryka se nos muestran como una legión herida y desmembrada tras su batalla en
Prospero y la masacre que hicieron caer sobre sus primeros
Thousand Sons. Con sus naves y sus fuerzas dañadas como nunca lo han estado, el primarca
Leman Russ se muestra hosco y con su moral hundida tras la batalla, sabedor de que los actos perpetrados no eran si no una artimaña por parte de Horus para alejar los ojos de la masacre de
Istvaan. Engañado y defraudado, el Rey Lobo permanece a la deriva, intentando recuperar sus fuerzas cuando sobre él caerá toda la fuerza de la misteriosa
Alpha Legion.
Será a través de
Bjorn, personaje de sobra conocido por los seguidores de
Warhammer 40.000, que veremos a los
Lobos Espaciales como nunca les hemos visto, y junto a quién conoceremos el destino que finalmente los unirá a los
Cicatrices Blancas.
Con estos factores sobre la mesa y una narrativa ágil y atrayente,
CICATRICES: La Legión dividida de
Chris Wraight logra abordar el honor y la lealtad entre los Astartes desde un punto de vista que hasta ahora había sido desconocido en la
Horus Heresy.