Hoy jueves 12 de diciembre 2013 hemos tenido la suerte de poder ver el pre-estreno en cines, versión original, 3D y a 48 FPS la secuela de El Hobbit, un viaje inesperado, segunda película de la trilogía con la que Peter Jackson está adaptando la mítica novela de J.R.R. Tolkien: El Hobbit, la desolación de Smaug.
Como fan de Tolkien y lector de sus novelas, estoy entre aquellos que se preguntan como diablos se puede adaptar un cuento infantil de unas trescientas páginas en 3 películas de tres horas.
La respuesta era simple: alargando escenas y metiendo relleno a capazos sin ningún tipo de clemencia por la obra original, todo destinado a alimentar al fandom que está deseando ver elfos por todos lados e irreverentes escenas de batalla.
Esta es mi primera y mayor crítica negativa en cuanto a la cinta que aquí nos reúne, pero abordaré este tema más adelante...
Peter Jackson sabe mantener esa ambientación única que ya creo con la primera parte; una combinación de la epicidad de su trilogía de El Señor de los Anillos con una buena dosis de cuento infantil, intercalando entre batallas trepidantes y situaciones fantásticas. Todo esto siempre galardonado con unas interpretaciones fantásticas, una banda sonora maravillosa y unos parajes surgidos de nuestros sueños.
Sin duda, un películón a la altura de la saga, en el que se respira la Leyenda.
161 minutos de Tierra Media por, y para fans.
El viaje de un hobbit y trece enanos.
En la desolación de Smaug seguimos como no, con el periplo del enano Thorin Oakenshield y los suyos en su búsqueda por recuperar su tierra de los dedos del dragón Smaug, liderados por Gandalf el Gris y con la compañía de aquel que le da título a la obra: el hobbit Bilbo Bolsón.
Siguiendo desde donde nos quedamos en la anterior película, nos reunimos con esta dispar compañía conforme intentan escapar de los orcos en un viaje que nos llevará hasta Beorn el Cambiapieles, los elfos del Bosque Negro, la Ciudad del Lago y la Montaña Solitaria a lo largo de un precioso paisaje que es capaz de maravillarnos y son claramente un vivo retrato de la Tierra Media que creó el imaginativo de Tolkien, todo adornado de un buen montón de aventuras y situaciones épicas en las que, en esta ocasión, no será Thorin quién se luzca, si no los elfos, con Légolas y Tauriel a la cabeza.
Un momento, ¿qué?
Galería de Héroes
Quiero decir, durante la misma podemos ver montones de alusiones, desde la sobrante aparición de Légolas hasta la graciosa mención por parte de Gloin de su hijo Gimli... y así muchas más.
Como fan de Tolkien y lector de sus novelas, estoy entre aquellos que se preguntan como diablos se puede adaptar un cuento infantil de unas trescientas páginas en 3 películas de tres horas.
La respuesta era simple: alargando escenas y metiendo relleno a capazos sin ningún tipo de clemencia por la obra original, todo destinado a alimentar al fandom que está deseando ver elfos por todos lados e irreverentes escenas de batalla.
Esta es mi primera y mayor crítica negativa en cuanto a la cinta que aquí nos reúne, pero abordaré este tema más adelante...
Peter Jackson sabe mantener esa ambientación única que ya creo con la primera parte; una combinación de la epicidad de su trilogía de El Señor de los Anillos con una buena dosis de cuento infantil, intercalando entre batallas trepidantes y situaciones fantásticas. Todo esto siempre galardonado con unas interpretaciones fantásticas, una banda sonora maravillosa y unos parajes surgidos de nuestros sueños.
Sin duda, un películón a la altura de la saga, en el que se respira la Leyenda.
161 minutos de Tierra Media por, y para fans.
El viaje de un hobbit y trece enanos.
En la desolación de Smaug seguimos como no, con el periplo del enano Thorin Oakenshield y los suyos en su búsqueda por recuperar su tierra de los dedos del dragón Smaug, liderados por Gandalf el Gris y con la compañía de aquel que le da título a la obra: el hobbit Bilbo Bolsón.
Siguiendo desde donde nos quedamos en la anterior película, nos reunimos con esta dispar compañía conforme intentan escapar de los orcos en un viaje que nos llevará hasta Beorn el Cambiapieles, los elfos del Bosque Negro, la Ciudad del Lago y la Montaña Solitaria a lo largo de un precioso paisaje que es capaz de maravillarnos y son claramente un vivo retrato de la Tierra Media que creó el imaginativo de Tolkien, todo adornado de un buen montón de aventuras y situaciones épicas en las que, en esta ocasión, no será Thorin quién se luzca, si no los elfos, con Légolas y Tauriel a la cabeza.
Un momento, ¿qué?
Légolas, dispuesto a chupar pantalla. |
Si, efectivamente, elfos por doquier. Por algún motivo (que obviamente es el fanservice), Légolas (Orlando Bloom) aparece en esta película durante más de la mitad del metraje, acompañado de Tauriel (Evangeline Lilly) y encargándose entre ambos de eliminar tal cantidad de orcos masillas que podríamos cubrir todo Mordor con sus cadáveres. Y es que como no podría ser de otra manera, las escenas de acción son unas sobradas que harían sonrojar a los Power Rangers.
Y como no, SMAUG. El dragón interpretado por la acojonante voz de Benedict Cumberbatch es, tras Thranduil, lo más atractivo del film para mi. Su forma de moverse, su actitud y sus expresiones al hablar son todo lo que cabría esperar de el dorado, aunque por algún motivo es incapaz de matar a ninguno de los invasores en la montaña durante la media hora que debe durar la persecución, lo cual provoca que le perdamos un poco el respeto.
Y esto, ¿a dónde deja a nuestros protagonistas? Demos un repaso.
De repente, Thorin (Richard Armitage) deja de tener todos aquellos momentos épicos ala Aragorn, pasando a un segundo plano como el personaje egoísta que recordamos de El Hobbit, obsesionado con la Piedra Arca para volver a ser el Rey bajo la montaña.
El resto de los enanos le siguen fielmente como en la primera entrega, matando orcos así sin querer, pero en esta ocasión destaca Kili (Aidan Turner), el más joven de todos ellos, por su propia trama romántica con Tauriel... sí, enanos y elfos, ¡Toma!
Toda una sorpresa ver la representación junto a Evangeline Lilly de una historia imposible, y a la vez preciosa, mientras Légolas se roe los nudillos cuando tiene que soportar durante toda la película como le levantan a la chorba.
Y bien, llegamos a los elfos. Como ya he mencionado, Légolas y Tauriel se comen vilmente casi todo el metraje de la segunda parte, con lo cual Peter Jackson vuelve a mostrarnos como se la pela lo que hubiese en la obra original. Pero con esto claro, hay que apreciar el buen trabajo; Orlando Bloom hace al Légolas de siempre, en esta ocasión haciendo de hijo y príncipe despechado mientras dispensa muerte con sus fechas en modo gatling.
Evangeline Lilly es la gran adquisición de este film, interpretando a la capitana de la Guardia de los Elfos del Bosque, y lo hace realmente bien - en buena parte gracias a sus rasgos finos que tan bien encajan en su papel.
Tauriel es una elfa preciosa, arrojada, honorable y fiel, que además luchando es una picadora de carne; un torbellino pelirrojo que arrasa con la trama principal y de paso con el corazón de Kili, para llevarse ella solita casi todos los primeros planos del film.
Pero sin duda, una de las mejores actuaciones del film y de los personajes más impactantes es Thranduil, el rey de los elfos del Bosque Negro y por consiguiente, padre de Légolas. Seamos claros, este es uno de los mejores elfos que he visto en pantalla en mi vida (si no el mejor). Tanto visualmente y a nivel de diseño, como por la magnifica actuación llena de altivez, soberbia y egoísmo que nos brinda Lee Pace, Thranduil es magnifico.
Finalmente y ya en el lago, conoceremos al fin a Bardo el Arquero (Luke Evans), al cual de golpe le ha salido familia numerosa en la forma de un hijo y dos hijas, siendo ahora una especie de figura revolucionaria del pueblo... vamos que no saben como ponernlo mejor como héroe.
Por otro lado, nuestro querido Bilbo (Martin Freeman) tiene más bien pocas lineas en la película. Con tanto personaje bueno, el pobre hobbit se la pasa sacando las castañas del fuego al grupo de enanos (los cuales cada vez son menos espabilados), pero por otro lado siempre parece quedar en segundo plano.
Por suerte, una buena conversación con Smaug solucionarán esto.
Smaug por dios, ¿nos hacemos viejos o qué?
El relleno.
La primera parte ya pecaba de esto, pero en La Desolación de Smaug, la cosa se va de las manos.
Notaréis que no he mencionado a Gandalf más arriba, y es que el Gris se va al poco de empezar la película para tener su propia trama spin-off con el Nigromante - una buena parte de la cinta dedicada a forzar aun más las relaciones con El Señor de los Anillos, dándole una importancia a la resurrección de Sauron que NO debería remarcarse tanto en esta trilogía.
Hola ke ase, eres Sauron o ke ase. |
Por dios, que el "protagonista" es Bilbo Bolsón, tío de Frodo Bolsón. ¿Hacía falta más?
Pues parece que sí - Gandalf se embarca en su investigación sobre la resurrección de Sauron and stuff en compañía de Ragadast.
Algo que chirría totalmente con el hecho de que en la trilogía original de Peter Jackson, el mismo personaje nos contaba como tras la visita a Bilbo, comenzaba a sospechar de la resurrección del Enemigo y tras investigar sobre el anillo único, se acercaba a la frontera con Mordor para corroborar que estaba regresando.
Así pues... ¿a qué viene todo esto?¿Ahora de golpe ya lo sabía y se olvidó por pura senilidad?
Vaya patinazo, Jackson.
Aun así, este no es el único relleno. Durante los 161 minutos que dura la película, aparte de eternos planos de la maravillosa Tierra Media, se nos meten a los ya mencionados elfos hasta en la sopa, nos hablan de los amoríos de Légolas, Kili se enchocha de Tauriel, los orcos siguen dando la brasa ahora sí y ahora también y en general la cosa se alarga de una manera que es para quedarse tonto.
La BSO, los efectos y la ambientación.
Una vez más WETA Workshop ha llevado a cabo un trabajo impresionante con los efectos especiales. Como ya comentamos en su momento, Peter Jackson se arriesgó innovando en el cine dando por fin el salto a 48 frames por segundo, y eso requería que los escenarios y los efectos fuesen impolutos.
Ya hemos comentado que la ambientación es maravillosa, pero desde luego hay que reconocer que el plástico de las orejas de Bilbo y Tauriel a veces se ve más falso que las del Party Fiesta, y que en ocasiones esos orcos se mueven de una forma muy irreal, quedando superados por la técnica que podemos ver ya en algunos videojuegos de última generación.
Por su parte, Howard Shore nos regala las orejas una vez más con una nueva banda sonora inolvidable... A destacar la canción de los créditos, I See Fire de Ed Sheeran. Maravillosa.
En Conclusión.
Estamos ante una entrega muy parecida a la primera, con más relleno y parte inventada respecto a las novelas, pero que cumple de sobra su propósito y que entusiasmará (e indignará) a los fans por todo el globo.
Y es que nunca, NUNCA, tenemos bastante de Tolkien.
Algo que chirría totalmente con el hecho de que en la trilogía original de Peter Jackson, el mismo personaje nos contaba como tras la visita a Bilbo, comenzaba a sospechar de la resurrección del Enemigo y tras investigar sobre el anillo único, se acercaba a la frontera con Mordor para corroborar que estaba regresando.
Así pues... ¿a qué viene todo esto?¿Ahora de golpe ya lo sabía y se olvidó por pura senilidad?
Vaya patinazo, Jackson.
Aun así, este no es el único relleno. Durante los 161 minutos que dura la película, aparte de eternos planos de la maravillosa Tierra Media, se nos meten a los ya mencionados elfos hasta en la sopa, nos hablan de los amoríos de Légolas, Kili se enchocha de Tauriel, los orcos siguen dando la brasa ahora sí y ahora también y en general la cosa se alarga de una manera que es para quedarse tonto.
La BSO, los efectos y la ambientación.
Una vez más WETA Workshop ha llevado a cabo un trabajo impresionante con los efectos especiales. Como ya comentamos en su momento, Peter Jackson se arriesgó innovando en el cine dando por fin el salto a 48 frames por segundo, y eso requería que los escenarios y los efectos fuesen impolutos.
Ya hemos comentado que la ambientación es maravillosa, pero desde luego hay que reconocer que el plástico de las orejas de Bilbo y Tauriel a veces se ve más falso que las del Party Fiesta, y que en ocasiones esos orcos se mueven de una forma muy irreal, quedando superados por la técnica que podemos ver ya en algunos videojuegos de última generación.
Por su parte, Howard Shore nos regala las orejas una vez más con una nueva banda sonora inolvidable... A destacar la canción de los créditos, I See Fire de Ed Sheeran. Maravillosa.
En Conclusión.
Estamos ante una entrega muy parecida a la primera, con más relleno y parte inventada respecto a las novelas, pero que cumple de sobra su propósito y que entusiasmará (e indignará) a los fans por todo el globo.
Y es que nunca, NUNCA, tenemos bastante de Tolkien.