¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡No, es la enésima revisión del origen de Superman! Pero en este caso no debemos tratarlo como un aspecto negativo, pues ECC Ediciones en este primer volumen de Superman: Tierra Uno nos trae una nueva visión más juvenil y “realista” del hombre de acero.
Los encargados de revivir al hombre de acero en este reboot han sido J. Michael Straczynski, guionista del aclamado cómic Rising Star o algunas de las mejores sagas de Spiderman, entre otros muchos proyectos, y Shane Davis, ilustrador que desde 2003 ha realizado algunos trabajos para DC y Marvel, entre los que destacan Final Crisis: Rage of the Red Lanterns, Mystery in Space o Superman/Batman.
Tierra Uno es un proyecto de DC, surgido en 2010, con el que se propusieron contar la historia de algunos de sus superhéroes más aclamados, pero sin las restricciones de argumento acumuladas durante décadas. Se trata de una idea atractiva a la par que arriesgada con la que renovar la imagen, en algunos casos bastante anticuada y mascada, del elenco de protagonistas. Todo comenzó con la revisión del equipo creativo que nos ocupa, seguida por la de Batman (Geoff Johns y Gary Frank) y la de Wonder Woman, que aún está por publicar.
En Tierra Uno todo vale, pero relanzar un origen que ya hemos visto infinidad de veces, de una manera más o menos acertada en manos de diferentes autores, no es algo demasiado atractivo para el público general. Aún más con personajes de la talla de Superman, del que por si fuera poco, aparte de sus distintas versiones en cómic, también debemos contar con las realizadas en el mundo del cine.
Sin embargo, pese a todas las trabas y obstáculos frente a los que se encontraron Straczynski y Davis, lograron crear un nuevo e interesante Superman. Una versión que no pierde la esencia del héroe, que mantiene las raíces con el original y no crea algo totalmente distinto con lo que únicamente comparta el nombre. Un héroe que pierde la esencia de “dios entre los hombres” vista demasiadas veces para trasladarnos al espectro opuesto, al de un ser más humano.
Al inicio de la obra se nos presenta un Clark Kent joven, rondando la veintena, saliendo por primera vez (al menos de forma consciente) del nido. Las dudas lo asaltan, necesita tiempo para pensar y aclararse, tomar las decisiones correctas para la realidad a la que está a punto de hacer frente. Se trata de un hombre serio, directo y decidido, no muy dado a las medias tintas ni las evasivas. Un hombre que es consciente de su poder, de lo que es y puede llegar a hacer, pero que guarda un punto de melancolía e introversión debido a la “máscara” que ha vestido desde su niñez, ocultando a los demás la verdad sobre sí mismo.
Pero el niño ha dado paso al hombre y con ello ha surgido la ambición, la búsqueda de una vida, una mecha personal que comienza a prenderse y llevarlo a tomar las decisiones que cualquiera en su situación se plantearía: ¿qué puedo hacer con semejante poder? Esta vez, alejándose del ideal altruista, Straczynski le otorga la humanidad suficiente para barajar fines más egoístas, despojándole de la carga total de toda la humanidad que acarreaba el hombre de acero a sus espaldas.
Clark Kent saca partido a sus genes alienígenas, aprovechando sus dotes físicas para el deporte, su inteligencia para ganar cuantiosas sumas de dinero con el desarrollo de investigaciones científicas, o incluso adentrándose en el mundo del arte. Parece ser lo que quiere, no sólo para sí mismo, también para ofrecer a su madre una cómoda y placentera vida.
Pero no todo podía ser tan sencillo. El camino elegido, aunque parece ser lo que desea, está repleto de recuerdos y cuestiones morales sobre si es lo correcto. La carga moral, el legado de Jonathan Kent, que sabiendo de lo que era capaz su hijo le mostró el noble camino que debería seguir, la responsabilidad a la que tendría que hacer frente con semejante poder. Una responsabilidad para la que el actual Clark Kent no se encuentra preparado… de momento.
Todo parece tranquilo, la vida típica de las grandes ciudades: mucho trabajo, algún que otro altercado, pero nada lo suficientemente grave como para necesitar la intervención del gran héroe… hasta que de golpe y porrazo, así de sopetón y sin anestesia, nos encontramos con toda una flota alienígena descendiendo sobre cada rincón del planeta al más puro estilo Independence Day. Un detalle interesante en este tipo de cómics, ya que la mayoría de villanos galácticos tienen la visión selectiva de reducir la Tierra a cenizas desde la ciudad del héroe en cuestión. Pues esta vez no.
La situación no pinta nada bien para la humanidad. La especie alienígena que está asolando la Tierra desde un primer momento deja clara su gran superioridad armamentística, dejando en bragas cualquier intento por parte de la milicia de ofrecer resistencia. Llevan 20 años buscando a alguien, en cuyo avance hasta la Tierra han destruido docenas de planetas para dar con su objetivo. Esta vez repiten el mismo patrón que en cada uno de los anteriores emplazamientos: que su objetivo se revele y se rinda, o que se disponga a contemplar como el planeta queda completamente destruido.
Llegados a este punto el kryptoniano deberá tomar una dura decisión: seguir con la tranquila vida que se estaba forjando o mostrarse y tomar aquello para lo que estaba destinado.
El guión de Straczynski desarrolla una historia que te absorbe y genera interés con cada página, acercándote al héroe con una sencillez adictiva. Junto a Clark Kent aparecen algunos de los personajes más importantes de la serie: Jonathan y Martha Kent, Jor-El y Lara, o los personajes más representativos del Daily Planet, como Lois Lane, Perry White y Jimmy Olsen. No adquieren demasiada profundidad pero cumplen su función, algo que por desgracia no puedo decir del villano principal: Tyrell.
Dada la envergadura de los acontecimientos, se espera al menos que su villano esté acorde con ellos. No es el caso. Se trata de un villano sencillo, con un trasfondo interesante pero que parece ser un mero trámite. Da la sensación de ser menos de lo que en realidad podría ser, por lo que se convierte en uno de los pocos aspectos negativos de la obra.
El dibujo de Davis podríamos definirlo como correcto. En general la narración visual está bien, con un Clark Kent bien definido, con una apariencia más moderna y algunas viñetas realmente impresionantes. Sin embargo, en las escenas de acción la mayoría de los movimientos no se perciben, sintiéndose como algo estático y forzado, como las poses del superhéroe que sólo son posibles sin rozar el ridículo en el mundo del cómic (y a veces ni eso), además de algunas expresiones faciales bastante feúchas.
Cuando Clark viste el traje de Superman, algunas de las viñetas dan una sensación floja, perdiendo la intensidad de un héroe de tal magnitud. La imponente figura del kryptoniano queda reducida a la de un chaval de 20 años con mallas ajustadas, acercándose más a la versión cinematográfica de Brandon Routh (algo más tirillas y juvenil) que a la de Henry Cavill.
Finalmente, el diseño del villano termina de rematar un personaje que de por si falla. Tyrell es la fusión del Cuervo con alguno de los miembros de Kiss, al que además le han pegado unas alas de metal. Podría haber sido peor, pero en todos los sentidos la elección del villano y como lo han desarrollado no ha sido acertada.
La perfección es algo imposible, y es inevitable encontrar algún aspecto negativo. No obstante, no tiene demasiado peso y la obra sigue siendo muy recomendable tanto para lectores nóveles que quieran iniciarse en las aventuras de Superman como para aquellos que ya lo conocen. Aunque la historia no sea revolucionaria en su género ni tenga increíbles giros de guión, engancha y deja un buen regustillo al finalizar la lectura.
Superman: Tierra Uno también contiene algunos extras bastante interesantes en el apartado final. El primero de ellos es una entrevista realizada por Clark Kent a Superman, seguido de una noticia titulada “Bajo un cielo roto”, por parte de Lois Lane. Cerrando el tomo antes de la breve mención a los autores, se encuentran algunos bocetos realizados por Shane Davis de Superman, su contraste con la apariencia de Clark Kent, o la figura del villano Tyrell y alguno de sus robots.
En definitiva, aunque no nos encontramos ante la mejor obra del hombre de acero, si se trata de una realmente recomendable para los fans del superhéroe o los nuevos lectores que quieran darle su primera oportunidad. ECC además nos trae de nuevo una cuidada edición en cartoné de 136 páginas a todo color que, como siempre, podréis adquirir en vuestra librería especializada.
Los encargados de revivir al hombre de acero en este reboot han sido J. Michael Straczynski, guionista del aclamado cómic Rising Star o algunas de las mejores sagas de Spiderman, entre otros muchos proyectos, y Shane Davis, ilustrador que desde 2003 ha realizado algunos trabajos para DC y Marvel, entre los que destacan Final Crisis: Rage of the Red Lanterns, Mystery in Space o Superman/Batman.
Tierra Uno es un proyecto de DC, surgido en 2010, con el que se propusieron contar la historia de algunos de sus superhéroes más aclamados, pero sin las restricciones de argumento acumuladas durante décadas. Se trata de una idea atractiva a la par que arriesgada con la que renovar la imagen, en algunos casos bastante anticuada y mascada, del elenco de protagonistas. Todo comenzó con la revisión del equipo creativo que nos ocupa, seguida por la de Batman (Geoff Johns y Gary Frank) y la de Wonder Woman, que aún está por publicar.
En Tierra Uno todo vale, pero relanzar un origen que ya hemos visto infinidad de veces, de una manera más o menos acertada en manos de diferentes autores, no es algo demasiado atractivo para el público general. Aún más con personajes de la talla de Superman, del que por si fuera poco, aparte de sus distintas versiones en cómic, también debemos contar con las realizadas en el mundo del cine.
Sin embargo, pese a todas las trabas y obstáculos frente a los que se encontraron Straczynski y Davis, lograron crear un nuevo e interesante Superman. Una versión que no pierde la esencia del héroe, que mantiene las raíces con el original y no crea algo totalmente distinto con lo que únicamente comparta el nombre. Un héroe que pierde la esencia de “dios entre los hombres” vista demasiadas veces para trasladarnos al espectro opuesto, al de un ser más humano.
Al inicio de la obra se nos presenta un Clark Kent joven, rondando la veintena, saliendo por primera vez (al menos de forma consciente) del nido. Las dudas lo asaltan, necesita tiempo para pensar y aclararse, tomar las decisiones correctas para la realidad a la que está a punto de hacer frente. Se trata de un hombre serio, directo y decidido, no muy dado a las medias tintas ni las evasivas. Un hombre que es consciente de su poder, de lo que es y puede llegar a hacer, pero que guarda un punto de melancolía e introversión debido a la “máscara” que ha vestido desde su niñez, ocultando a los demás la verdad sobre sí mismo.
Clark Kent saca partido a sus genes alienígenas, aprovechando sus dotes físicas para el deporte, su inteligencia para ganar cuantiosas sumas de dinero con el desarrollo de investigaciones científicas, o incluso adentrándose en el mundo del arte. Parece ser lo que quiere, no sólo para sí mismo, también para ofrecer a su madre una cómoda y placentera vida.
Pero no todo podía ser tan sencillo. El camino elegido, aunque parece ser lo que desea, está repleto de recuerdos y cuestiones morales sobre si es lo correcto. La carga moral, el legado de Jonathan Kent, que sabiendo de lo que era capaz su hijo le mostró el noble camino que debería seguir, la responsabilidad a la que tendría que hacer frente con semejante poder. Una responsabilidad para la que el actual Clark Kent no se encuentra preparado… de momento.
Todo parece tranquilo, la vida típica de las grandes ciudades: mucho trabajo, algún que otro altercado, pero nada lo suficientemente grave como para necesitar la intervención del gran héroe… hasta que de golpe y porrazo, así de sopetón y sin anestesia, nos encontramos con toda una flota alienígena descendiendo sobre cada rincón del planeta al más puro estilo Independence Day. Un detalle interesante en este tipo de cómics, ya que la mayoría de villanos galácticos tienen la visión selectiva de reducir la Tierra a cenizas desde la ciudad del héroe en cuestión. Pues esta vez no.
La situación no pinta nada bien para la humanidad. La especie alienígena que está asolando la Tierra desde un primer momento deja clara su gran superioridad armamentística, dejando en bragas cualquier intento por parte de la milicia de ofrecer resistencia. Llevan 20 años buscando a alguien, en cuyo avance hasta la Tierra han destruido docenas de planetas para dar con su objetivo. Esta vez repiten el mismo patrón que en cada uno de los anteriores emplazamientos: que su objetivo se revele y se rinda, o que se disponga a contemplar como el planeta queda completamente destruido.
Llegados a este punto el kryptoniano deberá tomar una dura decisión: seguir con la tranquila vida que se estaba forjando o mostrarse y tomar aquello para lo que estaba destinado.
El guión de Straczynski desarrolla una historia que te absorbe y genera interés con cada página, acercándote al héroe con una sencillez adictiva. Junto a Clark Kent aparecen algunos de los personajes más importantes de la serie: Jonathan y Martha Kent, Jor-El y Lara, o los personajes más representativos del Daily Planet, como Lois Lane, Perry White y Jimmy Olsen. No adquieren demasiada profundidad pero cumplen su función, algo que por desgracia no puedo decir del villano principal: Tyrell.
Dada la envergadura de los acontecimientos, se espera al menos que su villano esté acorde con ellos. No es el caso. Se trata de un villano sencillo, con un trasfondo interesante pero que parece ser un mero trámite. Da la sensación de ser menos de lo que en realidad podría ser, por lo que se convierte en uno de los pocos aspectos negativos de la obra.
El dibujo de Davis podríamos definirlo como correcto. En general la narración visual está bien, con un Clark Kent bien definido, con una apariencia más moderna y algunas viñetas realmente impresionantes. Sin embargo, en las escenas de acción la mayoría de los movimientos no se perciben, sintiéndose como algo estático y forzado, como las poses del superhéroe que sólo son posibles sin rozar el ridículo en el mundo del cómic (y a veces ni eso), además de algunas expresiones faciales bastante feúchas.
Cuando Clark viste el traje de Superman, algunas de las viñetas dan una sensación floja, perdiendo la intensidad de un héroe de tal magnitud. La imponente figura del kryptoniano queda reducida a la de un chaval de 20 años con mallas ajustadas, acercándose más a la versión cinematográfica de Brandon Routh (algo más tirillas y juvenil) que a la de Henry Cavill.
Finalmente, el diseño del villano termina de rematar un personaje que de por si falla. Tyrell es la fusión del Cuervo con alguno de los miembros de Kiss, al que además le han pegado unas alas de metal. Podría haber sido peor, pero en todos los sentidos la elección del villano y como lo han desarrollado no ha sido acertada.
La perfección es algo imposible, y es inevitable encontrar algún aspecto negativo. No obstante, no tiene demasiado peso y la obra sigue siendo muy recomendable tanto para lectores nóveles que quieran iniciarse en las aventuras de Superman como para aquellos que ya lo conocen. Aunque la historia no sea revolucionaria en su género ni tenga increíbles giros de guión, engancha y deja un buen regustillo al finalizar la lectura.
Superman: Tierra Uno también contiene algunos extras bastante interesantes en el apartado final. El primero de ellos es una entrevista realizada por Clark Kent a Superman, seguido de una noticia titulada “Bajo un cielo roto”, por parte de Lois Lane. Cerrando el tomo antes de la breve mención a los autores, se encuentran algunos bocetos realizados por Shane Davis de Superman, su contraste con la apariencia de Clark Kent, o la figura del villano Tyrell y alguno de sus robots.
En definitiva, aunque no nos encontramos ante la mejor obra del hombre de acero, si se trata de una realmente recomendable para los fans del superhéroe o los nuevos lectores que quieran darle su primera oportunidad. ECC además nos trae de nuevo una cuidada edición en cartoné de 136 páginas a todo color que, como siempre, podréis adquirir en vuestra librería especializada.