Regresamos este mes con la reseña del volumen #2 de CONSTANTINE, donde continúan las aventuras (o desventuras) de este antihéroe que ahora ha abandonado el sello Vértigo, donde estuvo durante más de 20 años bajo el título de Hellblazer, para formar parte de la nueva reestructuración que ha sobrevenido con New 52.
Ahora el fumador empedernido tiene nueva colección regular, forma parte de los titulares de la Liga de la Justicia Oscura y en general se está abriendo paso de nuevo, en esta ocasión rodeado de todo el reparto superheróico de DC Comics.
En este caso, nos volvemos a enfocar en su linea regular, que llega a España desde la mano de ECC Ediciones recopilada en rústicas de 72 páginas a todo color que engloban 4 de sus números, y, en este caso, del 6 al 8 de la misma.
Y ello supone que continuamos directamente desde lo sucedido en la anterior saga La Guerra de la Trinidad, la cual nos llego de la mano de ECC en cuatro números que a su vez incluían todas las series regulares afectadas por el tie-in.
Entre ellas encontrábamos a Constantine, el cual desempeñaba un papel bastante activo, y la inclusión de su número 5 USA (el cual notaremos ausente entre Constantine #1 y #2 de ECC), donde nuestro estafador favorito trataría de engatusar a Shazam para sus propios beneficios.
Esta historia no terminaría demasiado para el mago de Liverpool, que terminaría moribundo en el suelo, con su alma amenazada por una víctima de los primeros números de la saga.
Y aquí es donde empezamos en este número... con Constantine en un charco de sangre en el bar de Lloyd y su alma siendo atacada por la de Chris en unos intentos no demasiado fructiferos.
Quizá esto os resulte un poco confuso si no leísteis la Trinity War (algo que deberíais hacer), pero partiendo de esta escena, ya podemos ponernos a cargo de la acción que se desarrolla en este segundo volumen.
Mientras Constantine yace moribundo, el bueno de Lloyd trata de solicitar ayuda a Zatanna, pero finalmente será Papa Midnite el que venga en su ayuda... una ayuda un poco rebuscada, pero el mago Voodoo comprende que sin Constantine la situación con la secta de la Llama Fría va a ponerse realmente mal.
Mientras tanto sin embargo, el mal no está de manos ociosas.
Mister E, Sargon y Tannarak, conocedores de que el mago de Liverpool se encuentra moribundo, entran en acción realizando un asalto conjunto que pondrá contra las cuerdas a todo el ámbito de la magia.
Para cuando Constantine se encuentra recuperado, su Sanctorum ha sido saqueado y todos sus artefactos yacen en las manos de la Secta de la Llama Fría, que ahora tienen todo el poder de Constantine en sus manos para desatarlo sobre ellos mismos y destruir todo el trabajo del mago durante toda su vida por equilibrar las fuerzas mágicas.
Con esto durante este volumen se desarrolla el nudo del arco argumental de la Llama Fría, a la espera de su desenlace en breve, y lo hacemos con una transición de autores que comienzan a cambiar el equipo inicial que coronaba los cuatro primeros números.
Por un lado, los maravillosos lápices de Renato Guedes se ven reemplazados por el de otros artistas como Szymon Kudranski o Aco, provocando que desaparezca ese ambiente tan oscuro que nos transmitían las lineas de Guedes.
El dibujo por lo tanto toma un cáriz bastante menos espectacular y sin embargo más colorido, en unas viñetas que pierden bastante respecto a la magia que derrochaban en la primera entrega.
Jeff Lemire por su lado cede los guiones a Ray Fawkes, un cambio bastante más sutil que a duras penas notamos en la trama de Constantine, continuando la buena obra del gran Lemire sin producir ningún altibajo en las páginas que ya se encuentran bajo su narración.
Ahora solo nos queda esperar al tercer volumen para ver como continúa la saga de la Secta de la Llama Fría, y como Constantine logrará sobrevivir (o no) al enfrentamiento con Mister E, Sargon y Tannarak.
Ahora el fumador empedernido tiene nueva colección regular, forma parte de los titulares de la Liga de la Justicia Oscura y en general se está abriendo paso de nuevo, en esta ocasión rodeado de todo el reparto superheróico de DC Comics.
En este caso, nos volvemos a enfocar en su linea regular, que llega a España desde la mano de ECC Ediciones recopilada en rústicas de 72 páginas a todo color que engloban 4 de sus números, y, en este caso, del 6 al 8 de la misma.
Y ello supone que continuamos directamente desde lo sucedido en la anterior saga La Guerra de la Trinidad, la cual nos llego de la mano de ECC en cuatro números que a su vez incluían todas las series regulares afectadas por el tie-in.
Entre ellas encontrábamos a Constantine, el cual desempeñaba un papel bastante activo, y la inclusión de su número 5 USA (el cual notaremos ausente entre Constantine #1 y #2 de ECC), donde nuestro estafador favorito trataría de engatusar a Shazam para sus propios beneficios.
Esta historia no terminaría demasiado para el mago de Liverpool, que terminaría moribundo en el suelo, con su alma amenazada por una víctima de los primeros números de la saga.
Y aquí es donde empezamos en este número... con Constantine en un charco de sangre en el bar de Lloyd y su alma siendo atacada por la de Chris en unos intentos no demasiado fructiferos.
Quizá esto os resulte un poco confuso si no leísteis la Trinity War (algo que deberíais hacer), pero partiendo de esta escena, ya podemos ponernos a cargo de la acción que se desarrolla en este segundo volumen.
Mientras Constantine yace moribundo, el bueno de Lloyd trata de solicitar ayuda a Zatanna, pero finalmente será Papa Midnite el que venga en su ayuda... una ayuda un poco rebuscada, pero el mago Voodoo comprende que sin Constantine la situación con la secta de la Llama Fría va a ponerse realmente mal.
Mientras tanto sin embargo, el mal no está de manos ociosas.
Mister E, Sargon y Tannarak, conocedores de que el mago de Liverpool se encuentra moribundo, entran en acción realizando un asalto conjunto que pondrá contra las cuerdas a todo el ámbito de la magia.
Para cuando Constantine se encuentra recuperado, su Sanctorum ha sido saqueado y todos sus artefactos yacen en las manos de la Secta de la Llama Fría, que ahora tienen todo el poder de Constantine en sus manos para desatarlo sobre ellos mismos y destruir todo el trabajo del mago durante toda su vida por equilibrar las fuerzas mágicas.
Con esto durante este volumen se desarrolla el nudo del arco argumental de la Llama Fría, a la espera de su desenlace en breve, y lo hacemos con una transición de autores que comienzan a cambiar el equipo inicial que coronaba los cuatro primeros números.
Por un lado, los maravillosos lápices de Renato Guedes se ven reemplazados por el de otros artistas como Szymon Kudranski o Aco, provocando que desaparezca ese ambiente tan oscuro que nos transmitían las lineas de Guedes.
El dibujo por lo tanto toma un cáriz bastante menos espectacular y sin embargo más colorido, en unas viñetas que pierden bastante respecto a la magia que derrochaban en la primera entrega.
Jeff Lemire por su lado cede los guiones a Ray Fawkes, un cambio bastante más sutil que a duras penas notamos en la trama de Constantine, continuando la buena obra del gran Lemire sin producir ningún altibajo en las páginas que ya se encuentran bajo su narración.
Ahora solo nos queda esperar al tercer volumen para ver como continúa la saga de la Secta de la Llama Fría, y como Constantine logrará sobrevivir (o no) al enfrentamiento con Mister E, Sargon y Tannarak.