Una de las novedades de Norma que a salido para 32º Salón del Cómic de Barcelona a sido el primer número de una colección de dos volúmenes del equipo formado por Zidrou y Jordi LaFebre, titulado La Mondaine.
Este dúo de artistas ya habían trabajado juntos en su anterior proyecto, Lydie, una historia que ha vendido más de 15000 ejemplares en cuatro idiomas y que ha sido galardonada con 5 premios internacionales:
- Premio trofeo de la diferencia 2011 (Angoulême, Francia)
- Premio Diagonale al mejor álbum 2010 (Bélgica)
- Premio Le Bédélyx d'Or 2010 (Québec)
- Premio Tour d'Ivoire al mejor álbum 2011 (Francia)
- Premio Grande Ourse d'Andenne 2012 (Bélgica).
En esta ocasión, Zidrou y Jordi Lafebre nos traen una obra ambientada en el Paris de la posguerra, con un protagonista que carga sobre su espalda demasiados recuerdos de cuando en Paris, el único invasor era la lujuria.
El argumento de este cómic nos traslada a la ciudad de París en época de entreguerras, donde la brigada policial contra la prostitución, conocida como La Mondaine (la mundana) se encarga de limpiar de lujuria las calles de la ciudad y evitar el comercio de los cuerpos, tanto como su libido les permita.
Dirigida por un jefe de policía amante de la bicicleta y con varios subalternos a su disposición, se dedican a patrullar la ciudad de las luces, mas de noche que de día, detrás de todas aquellas señoritas de dudosa reputación que no accedan a seguir con los términos de la juristiccion, o bien de los impuestos por ellos y su apetito.
El protagonista de la historia es el joven Aimé Louzeau, quien acaba de incorporarse al cuerpo de vigilancia sin saber lo que realmente espera. Sin embargo no tardará en darse cuenta de que este trabajo tiene mas trasfondo de lo que pensaba y que el verdadero peligro no está en el delito callejero, sino más cerca. Mucho más cerca de lo que piensa Aimé.
Así pues, Zidrou, el guionista de esta enigmática obra, nos lleva a las calles de Paris dándonos a ver una imagen mas lujuriosa que cruda de una ciudad acechada por el pecado carnal mas común, la prostitución.
A lo largo de la historia nos van introduciendo situaciones, personajes y momentos que aunque podrían parecer duros y crudos para el lector, se hacen llevaderos, incluso cómicos, sin dejar de ser impactantes o trascendentales, todo ello con una historia magistral de trasfondo, donde los policías y las tramas corruptas son tan simples de desenredar que causan una sonrisa.
No nos encontramos con hombres arrepentidos, crímenes pasionales o trata de blancas, no, simplemente con la prostitución de toda la vida, las de las señoritas a las que les gusta su trabajo y con clientes asegurados, a las que no les importa revolcarse entre las sabanas con unos policías con tal de poder seguir trabajando.
Los personajes son uno de los puntos a favor de este notable cómic, con policías tan irreverentes como deslenguados y con las manos muy largas que pulpos. En ningún momento se arrepienten de trabajar donde les toca, tienen familia y son felices echándose una canita al aire de vez en cuando, con tal de volver a casa y darles de comer a sus hijos o sonreír con sus mujeres.
Las prostitutas a su vez, son excesivamente cómicas y encantadoras, en concreto la coqueta Valentine, de la que te enamoras en el primer instante en que la ves, tan dulce y encantadora pese a estar abierta de piernas; o la enigmática Eeva, quien parece salida de la mas profunda y recóndita selva de África, aun sin amaestrar.
El protagonista, Aimé Lozeau, como no podía ser de otra manera, es imperfecto, levemente impulsivo y dulce, lo cual lo hace simplemente perfecto para este tipo de historia, ya que el lector se encariña rápidamente de el y de sus problemas. Su trágico pasado, mezclado con anécdotas de su juventud, crean un bonito cuadro que rápidamente se completa cuando entra a formar parte de la brigada de La mondaine, donde le vemos madurar, cambiar y adaptarse a este nuevo mundo, sin perder ni pizca la luz que le caracteriza.
En el apartado artístico de este cómic nos encontramos a Jordi Lafebre, un ilustrador y diseñador gráfico de Barcelona que estudió en la escuela Joso, y donde ahora ademas imparte clases.
El trayecto de este joven ilustrador cada vez va mas hacia la cima sin signo aparente de que vaya a caer tras su reconocimiento en Lydia, su obra anterior y las buenas críticas que está teniendo ahora con el cómic que hoy traemos en reseña.
Y es que La mondaine, no es solamente un gran trabajo basado en personajes perfectamente únicos, remarcables y con gran expresividad, si no también es todo un mundo de color y atmósferas de estilo perciosista, en el que en todos los rincones los detalles tienen espacio sin ser abrumadores. Las casas, la ciudad o las oficinas están cuidadas hasta el mas mínimo detalle, transportarnos a esos sórdidos lugares donde los policías llevan a cabo sus investigaciones, sin perder la luz o el encanto que el propio protagonista le pueda dar a las situaciones mas oscuras y tristes.
Otro punto notable de este cómic es el dominio del color para generar atmósferas que tiene Jordi Lafebre, con una paleta fría de colores consigue recrear a la perfección el ambiente de la época sin decaer en los negros o los grises.
Loa azules y ocres, colores predominantes en este primer volumen, se cargan de luz o de sombras dependiendo del ambiente, pero sin llegar a pasar nunca desapercibidos ni a saturarse en exceso.
Mención especial al juego de luces, posturas y sombras de la preciosa Eeva y su pantera negra, quienes consiguen ponerle la piel de gallina al lector, sugiriendo, sin mostrar un gramo mas de piel, la mas exquisita unión de dos animales de la selva totalmente enigmáticos.
En conclusión, este primer numero de La mondaine, es delicado a la vez que brusco, y perfecto para lectores con ganas de saborear el ambiente demacrado y sórdido de un París que lejos de ser la cuna del amor puro, se ve cada vez mas lujurioso.
El contraste ideal entre la pureza del protagonista y la oscuridad del cariño que se compra en las esquinas hace de este cómic una pequeña obra de arte que consigue conmover al lector con situaciones cómicas a la par que tristes.
La edición que nos trae Norma es en cartoné, con 64 páginas a color y un tamaño de 23,5 x 31, y un precio de 16€, perfecto para poner en la estantería y que luzca con su siguiente número, que esperemos salga pronto.
Nosotros, mientras tanto, nos contentamos con tener un ejemplar firmado por Jordi Lafebre.
Nosotros, mientras tanto, nos contentamos con tener un ejemplar firmado por Jordi Lafebre.