Volvemos a la carga con otra de las novelas gráficas más emblemáticas de Brian Azzarello, de quien ya os reseñamos los dos primeros volúmenes de su obra magna, ‘100 Balas’. En esta ocasión, junto al guión de Azzarello, disfrutaremos del dibujo de Lee Bermejo (Batman: Noël), con quien ya formó equipo antes de realizar esta obra en ‘Lex Luthor’ (por la cual dieron a luz la que tenemos entre manos).
En un principio pretendían titularla ‘Joker: The Dark Knight’, pero finalmente decidieron dejarla en ‘Joker’ a secas. Hubiese sido un título interesante, pues aunque Batman es el verdadero caballero oscuro de Gotham, en esencia, por la crudeza de sus actos y la oscuridad de su alma, la más perfecta encarnación de la demencia y el horror que simboliza el Joker tendría todas las papeletas para hacerse con el título gothamita.
En ‘Joker’, todo comienza con una enfermedad que lleva enquistada muchos años en la ciudad de Gotham y se ha llevado por delante tantas vidas como delirios y risas ha provocado. Una enfermedad que parecía quedar presa, por la eternidad, en un manicomio. Por desgracia sólo se trataba de una ilusión.
De algún modo, el Joker estaba siendo liberado y alguien tendría que ir a por él. Se desconocían los motivos, pero de alguna forma se las había ingeniado para convencer al personal de Arkham de que ya no debía estar allí.
Cuando ninguno de sus secuaces demostró el valor suficiente para ir a recogerlo, el bueno de Jonny Frost, un criminal de tres al cuarto, decidió que tenía más pelotas que ninguno y se prestó para hacerlo. Claro que la decisión quizá no sea la más acertada, y con la primera visión del payaso, tenemos claro que esta no va a ser la típica historia de Batman.
Desde la perspectiva de Frost seremos partícipes del regreso del Joker, quien ha vuelto con ganas de fiesta y tomar de nuevo lo que le pertenece. Jonny se presenta como una especie de Jack Frost oscuro, que en lugar de preparar la noche perfecta para que Papá Noel reparta los regalos a los niños que se han portado bien, se dedica a mostrarnos la perturbadora y oscura vida del más terrible criminal de Gotham, acompañándolo en una oda de desesperación y violencia.
El Joker va dando saltos entre una repentina “curación” que, por lo visto, es lo que lo ha llevado a salir de Arkham, y arrebatos de violencia y crueldad descontrolada. Veremos a un villano que, en comparación con la mayoría de cómics sobre el personaje, se muestra mucho más crudo y visceral, alejado de la suavidad con la que algunos autores han pretendido abarcar un público mayor. En esta ocasión, nos encontramos ante una obra que es totalmente +18, y aun por la edad ni siquiera recomendable para los dulces de corazón.
En palabras de Azzarello, estamos ante la historia más violenta que ha escrito jamás. Decía que se planteó plasmarla desde la propia visión del Joker, desde su psique, pero tenía razón al descartar la opción al decidir que así el personaje perdía fuerza. No hay nada más aterrador que poder contemplar el horror desde fuera, viendo cómo se dirige hacia ti. Si estás dentro, el impacto y las repercusiones no serán las mismas, aunque en este caso, tampoco se estaría a salvo. Probablemente, no hay nada ni nadie más peligroso para el Joker que él mismo.
Ni siquiera Batman.
En esta novela, el héroe de Gotham se mantiene en las sombras prácticamente durante toda la obra. Sabemos que está ahí, que pertenece a la ciudad y que de algún modo nada se le escapa… pero no entra en acción, no adquiere protagonismo alguno. Se trata de una historia de villanos, concretamente sobre el más malo de todos, quien quiere recuperar su imperio de las garras de otros que, aunque aterradores, no le llegan a la suela de los zapatos.
Veremos a otros personajes conocidos, aunque con el peculiar lavado de cara de Azzarello, como Killer Croc, quien acompañará al Joker en sus andaduras criminales como la principal fuerza de choque, además de compartir una relación bastante simpática, como si se tratasen de una versión macabra de Bud Spencer y Terence Hill.
Por su parte, Harley Quinn aparece como un personaje demasiado secundario, aunque de un modo realmente impactante, denotando un vínculo especial con el Joker. Su primera aparición forma una de las escenas más intensas del cómic.
Dentro del repertorio de villanos estrella que aparecen, veremos también al Pingüino, quizá el más fiel a su representación típica, y a Enigma, con su cualidad para los acertijos intacta pero bajo una fachada bien distinta a la conocida, transformando su prepotencia y estirada figura en una tullida y aún más oscura representación. Junto a estos, coronado como rival criminal en esta historia, tendremos a Dos Caras, el bueno de Harvey Dent, con una dualidad mostrada sobre todo por los comentarios del Joker y no tanto por su propia participación en la historia. Quizá, aún con la importancia que se le da, podría considerarse la actuación más floja.
En definitiva, nos encontramos ante una trama que se aleja del típico tono superheróico de estos cómics. Como viene siendo frecuente en el estilo de Azzarello, tenemos entre las manos una novela gráfica que podría traspapelarse a una película de mafia y suspense, asuntos turbios y violencia. Una revisión a un villano y su ciudad, su entorno, que convierten algo tan conocido en algo completamente nuevo (salvando las inevitables semejanzas, claro).
En cuanto al trabajo de Lee Bermejo, cumple perfectamente con las intenciones de la novela. Se trata de un dibujo sucio, realista y crudo que logra expresar claramente las emociones de los personajes así como removernos las entrañas cuando las neuronas del protagonista empiezan a bailar claqué.
Cada uno de los personajes ha sido humanizado con respecto a su clásica representación en el cómic, siendo los casos más claros el de Killer Croc y Joker. Killer Croc, aunque presenta una complexión extremadamente fuerte y una envergadura superior a la de cualquier hombre corriente, no presenta las cualidades antinaturales típicas, únicamente, plasmándose con una piel más rugosa y pétrea. Por su parte, el Joker tiene un aspecto muy parecido al visto en ‘El Caballero Oscuro’ de Christopher Nolan, caracterizado por Heath Ledger con las cicatrices en la comisura de los labios.
No obstante, aunque el dibujo de Bermejo es realmente bueno y acompaña a la historia, a los que hayan podido disfrutar de otras obras suyas, sobre todo Batman: Noël, quizá les sepa a poco. En algunas páginas llegamos a contemplar el potencial total que puede ofrecernos, esas imágenes que parecen una fotografía por el realismo que desprenden. Pero entonces pasamos página y vemos que vuelve a un estilo distinto, de trazo más lineal.
De todos modos, aunque sabemos que Lee Bermejo puede ofrecernos algo mucho mejor, el apartado gráfico no desmerece para nada el resultado. Al contrario, el trabajo en conjunto de estos dos artistas culmina en una novela gráfica imperdible. Una nueva versión del Joker que encantará a los amantes del cine negro, pero también a los habituales del cómic de superhéroes por darle una perspectiva renovada.
En un principio pretendían titularla ‘Joker: The Dark Knight’, pero finalmente decidieron dejarla en ‘Joker’ a secas. Hubiese sido un título interesante, pues aunque Batman es el verdadero caballero oscuro de Gotham, en esencia, por la crudeza de sus actos y la oscuridad de su alma, la más perfecta encarnación de la demencia y el horror que simboliza el Joker tendría todas las papeletas para hacerse con el título gothamita.
En ‘Joker’, todo comienza con una enfermedad que lleva enquistada muchos años en la ciudad de Gotham y se ha llevado por delante tantas vidas como delirios y risas ha provocado. Una enfermedad que parecía quedar presa, por la eternidad, en un manicomio. Por desgracia sólo se trataba de una ilusión.
De algún modo, el Joker estaba siendo liberado y alguien tendría que ir a por él. Se desconocían los motivos, pero de alguna forma se las había ingeniado para convencer al personal de Arkham de que ya no debía estar allí.
Cuando ninguno de sus secuaces demostró el valor suficiente para ir a recogerlo, el bueno de Jonny Frost, un criminal de tres al cuarto, decidió que tenía más pelotas que ninguno y se prestó para hacerlo. Claro que la decisión quizá no sea la más acertada, y con la primera visión del payaso, tenemos claro que esta no va a ser la típica historia de Batman.
Desde la perspectiva de Frost seremos partícipes del regreso del Joker, quien ha vuelto con ganas de fiesta y tomar de nuevo lo que le pertenece. Jonny se presenta como una especie de Jack Frost oscuro, que en lugar de preparar la noche perfecta para que Papá Noel reparta los regalos a los niños que se han portado bien, se dedica a mostrarnos la perturbadora y oscura vida del más terrible criminal de Gotham, acompañándolo en una oda de desesperación y violencia.
El Joker va dando saltos entre una repentina “curación” que, por lo visto, es lo que lo ha llevado a salir de Arkham, y arrebatos de violencia y crueldad descontrolada. Veremos a un villano que, en comparación con la mayoría de cómics sobre el personaje, se muestra mucho más crudo y visceral, alejado de la suavidad con la que algunos autores han pretendido abarcar un público mayor. En esta ocasión, nos encontramos ante una obra que es totalmente +18, y aun por la edad ni siquiera recomendable para los dulces de corazón.
En palabras de Azzarello, estamos ante la historia más violenta que ha escrito jamás. Decía que se planteó plasmarla desde la propia visión del Joker, desde su psique, pero tenía razón al descartar la opción al decidir que así el personaje perdía fuerza. No hay nada más aterrador que poder contemplar el horror desde fuera, viendo cómo se dirige hacia ti. Si estás dentro, el impacto y las repercusiones no serán las mismas, aunque en este caso, tampoco se estaría a salvo. Probablemente, no hay nada ni nadie más peligroso para el Joker que él mismo.
Ni siquiera Batman.
En esta novela, el héroe de Gotham se mantiene en las sombras prácticamente durante toda la obra. Sabemos que está ahí, que pertenece a la ciudad y que de algún modo nada se le escapa… pero no entra en acción, no adquiere protagonismo alguno. Se trata de una historia de villanos, concretamente sobre el más malo de todos, quien quiere recuperar su imperio de las garras de otros que, aunque aterradores, no le llegan a la suela de los zapatos.
Veremos a otros personajes conocidos, aunque con el peculiar lavado de cara de Azzarello, como Killer Croc, quien acompañará al Joker en sus andaduras criminales como la principal fuerza de choque, además de compartir una relación bastante simpática, como si se tratasen de una versión macabra de Bud Spencer y Terence Hill.
Por su parte, Harley Quinn aparece como un personaje demasiado secundario, aunque de un modo realmente impactante, denotando un vínculo especial con el Joker. Su primera aparición forma una de las escenas más intensas del cómic.
Dentro del repertorio de villanos estrella que aparecen, veremos también al Pingüino, quizá el más fiel a su representación típica, y a Enigma, con su cualidad para los acertijos intacta pero bajo una fachada bien distinta a la conocida, transformando su prepotencia y estirada figura en una tullida y aún más oscura representación. Junto a estos, coronado como rival criminal en esta historia, tendremos a Dos Caras, el bueno de Harvey Dent, con una dualidad mostrada sobre todo por los comentarios del Joker y no tanto por su propia participación en la historia. Quizá, aún con la importancia que se le da, podría considerarse la actuación más floja.
En definitiva, nos encontramos ante una trama que se aleja del típico tono superheróico de estos cómics. Como viene siendo frecuente en el estilo de Azzarello, tenemos entre las manos una novela gráfica que podría traspapelarse a una película de mafia y suspense, asuntos turbios y violencia. Una revisión a un villano y su ciudad, su entorno, que convierten algo tan conocido en algo completamente nuevo (salvando las inevitables semejanzas, claro).
En cuanto al trabajo de Lee Bermejo, cumple perfectamente con las intenciones de la novela. Se trata de un dibujo sucio, realista y crudo que logra expresar claramente las emociones de los personajes así como removernos las entrañas cuando las neuronas del protagonista empiezan a bailar claqué.
Cada uno de los personajes ha sido humanizado con respecto a su clásica representación en el cómic, siendo los casos más claros el de Killer Croc y Joker. Killer Croc, aunque presenta una complexión extremadamente fuerte y una envergadura superior a la de cualquier hombre corriente, no presenta las cualidades antinaturales típicas, únicamente, plasmándose con una piel más rugosa y pétrea. Por su parte, el Joker tiene un aspecto muy parecido al visto en ‘El Caballero Oscuro’ de Christopher Nolan, caracterizado por Heath Ledger con las cicatrices en la comisura de los labios.
No obstante, aunque el dibujo de Bermejo es realmente bueno y acompaña a la historia, a los que hayan podido disfrutar de otras obras suyas, sobre todo Batman: Noël, quizá les sepa a poco. En algunas páginas llegamos a contemplar el potencial total que puede ofrecernos, esas imágenes que parecen una fotografía por el realismo que desprenden. Pero entonces pasamos página y vemos que vuelve a un estilo distinto, de trazo más lineal.
De todos modos, aunque sabemos que Lee Bermejo puede ofrecernos algo mucho mejor, el apartado gráfico no desmerece para nada el resultado. Al contrario, el trabajo en conjunto de estos dos artistas culmina en una novela gráfica imperdible. Una nueva versión del Joker que encantará a los amantes del cine negro, pero también a los habituales del cómic de superhéroes por darle una perspectiva renovada.